viernes, 11 de junio de 2010

POR LA ESPAÑA DESCONOCIDA- II-y III














































POR LA ESPAÑA DESCONOCIDA-II-
-Notas del libro de Blanco Belmonte- y comentarios nuestros
EL CHURRO
“El churro es un número insustituible en los programas de las ferias y romerías. Ese número consta de dos partes: el encierro y la capea.
He presenciado muchos encierros en distintas ciudades; nunca creí posible lo que en La Alberca vi. El encierro suele ser un acto ordenado, en el cual mayorales, vaqueros, manso y toros marchan por un camino despejado, sin que haya guapo que les estorbe el paso. En La Alberca ocurre todo lo contrario. Las puertas de las casas permanecen abiertas y en ellas hombres, mujeres y hasta niños asisten al desfile del churro, que marcha entre un pelotón de gente. De vez en cuando, el animal se cansa del asedio y prueba a arremeter; entonces hay carreras, chillidos, golpetazos de puertas que se cierran…Y al minuto vuelve el novillo a sentirse prensado, dominado por sus acompañantes. Es milagroso que tratándose de reses bravas, algunas de las cuales llegan a pesar de veinticinco a veintiocho arrobas, no se registren desgracias”.
-(Quiero hacer un alto aquí para decir que por los años(1950) conocí todo esto que nos está relatando perfectamente Blanco Belmonte y se conservaba con extraordinaria pureza. Se llamaba: A buscar el toro. Me encantaba ver como adornaba su jaca Jesús Navarro, la paseaba por la calle del Tablado con demás acompañantes y se iban todos con la alegría que se puede ir hoy a la Romería del Rocío. Unos iban hasta el Cabaco, otros hasta el Puente Francia por el antiguo camino carretera. Y las noticias iban llegando al pueblo..Que ya vienen por…Y la gente se animaba y a los niños nos entraba escalofrío..Por el pueblo pasaban por el Alto de las Eras, camino del Prado” Mellina” Era una auténtica romería de gentes montadas a caballo o en jacas, acompañando al toro y otros detrás montados en burros y andando y saltando paredones-)
La corrida. Banco Belmonte lo llama la capea Y lo describe tambien. Que merece la pena leerlo detenidamente. No puede haber película ni documental que lo refleje tan admirablemente- seguimos con él.. “ La capea es una continuación del encierro. Asusta la carencia de precauciones contra las acometidas del churro. En la plaza, amén de los balcones y ventanas, todo artificio es útil para improvisarse una “localidad”. Las puertas, de en par en par abiertas, sirven de refugio cuando el toro se arranca; en otras, unas tablas mal clavadas forman talanquera, ilusoriamente protectora; tras las empalizadas y sobre las empalizadas que cierran las bocacalles, apíñanse centenares de personas; en tablas, suspendidas por dos cordeles a los balcones, toman asiento los mozos y encaramados en las rejas, medio ocultos tras las columnas de los soportales y hasta agarrados a cabos de maromas hay aficionados al arte de Cúchares; por las empalizadas asoman cabezas de muchachos y no faltan algunos que, gazapeando, deslicen todo el cuerpo tras la cabeza y salgan al coso.
En conjunto y en detalle, la plaza, a la hora de la capea, tiene extraordinaria brillantez de luz y soberana palpitación de vitalidad robusta. En la lidia hay dos momentos perfectamente marcados. Durante los primeros quince o veinte minutos, el churro es el amo de la plaza, sus facultades y su acometividad le hacen dueño del campo, y apenas si algún torerillo de carretera- que ha recorrido muchas leguas a pie para tirar un capote y recoger un puñado de calderilla- o algún mozo excitado por las libaciones, se atreve a desafiar el cornúpeta. El reto va inmediatamente seguido de un acosón, de una pateadura o de un puntazo en la región que es víctima propiciatoria de estas audacias :en la región glútea.
Al cabo de quince o veinte minutos, el público “le puede” al toro; el animal, aturdido por vocerío ensordecedor, inicia la acometida, y en el acto se ve solicitado por capotes, blusas, boinas y mantas que flamean en las rejas, que asoman por las empalizadas, que se agitan en talanqueras, a un lado, a otro, de frente, detrás, por todas partes.
Y el final es desastroso; cuando el bravo novillo no cae pronto enlazado para recibir el puntillazo, llueven sobre él garrochas pequeñas que le convierten en un magno alfiletero y le hacen caer desplomado, bramando de ira y de dolor.”
Tras esta estupenda descripción queremos recordar a un magnífico aficionado a los toros , El Cuco (hermano de nuestro buen amigo Jesús Perrerías) con su capote era un valiente que sabía torear y quitar del peligro a algún mozo atrevido que se veía en apuros.
POR LA ESPAÑA DESCONOCIDA-III
-Notas del libro de Blanco Belmonte-y comentarios nuestros
- CUANDO LA CAMPANA DE LA PARROQUIA TAÑE CON QUEJUMBRE EXTRAÑA-
“¿Qué ocurre?-preguntamos.
-Que se ha perdido un niño en el campo- nos dijeron- y que de orden del alcalde ha de ir una persona de cada casa en busca del pequeñuelo.
Los que no crean en la caridad, los que duden de que aún existen sentimientos fraternales en los humanos pechos, vayan a la sierra y vean lo que en La Alberca vimos.
Trescientos, cuatrocientos, quinientos vecinos provistos de faroles, farolillos y linternas se desparramaron por el campo.
La campana seguía gimiendo lúgubremente. A distancia parecía que un ejército de gusanos de luz había invadido la sierra.
La angustia se reflejaba en los ojos y las palabras parecían sollozos. Pesaba en los ánimos el recuerdo de otro niño perdido y hallado al siguiente día en la hondura de un barranco, destrozado por las alimañas.
La pesadilla se prolongó una, dos, tres horas. Al cabo el muchachuelo fue encontrado dormido a orillas del Lera, y volvió en triunfo al hogar paterno. Y los vecinos, satisfechos del hallazgo, dieron gracias a la Patrona, y, sin la menor sombra de vanidad, como si su conducta fuese algo muy natural, tornaron a sus casas sin dolerse de la molestia ni de las horas de sueño que habían sacrificado.
Frente a la afirmación de Hobbes, frente a la crueldad entristecedora de que el hombre es un lobo para el hombre, quiero colocar con orgullo el proceder humanamente generoso del vecindario de La Alberca que proclama con el ejemplo que el hombre es un hermano para el hombre.”
Estas notas me traen al recuerdo la forma que siempre ha tenido nuestro pueblo para actuar en determinados acontecimientos. Recuerdo una noche. Serían sobre las dos . Mi padre tenía la costumbre de quedarse trabajando hasta las tres o las cuatro aprovechando el brasero de encina que le preparaba la señora Jesús cuando su familia se iba ya a dormir. >Pues bien oímos que pasaba por la calle una voz muy ronca que iba gritando: ¡Fuego, junto a la esquina del Tornero! Mi padre me dijo coge un par de cubos y vamos..
Cuando llegamos ardía el tejado de una casa , estábamos cuatro o cinco personas nada más por la mala hora que era. A los pocos minutos estaba allí todo el pueblo. Desde la Fuente de la Plaza se formó en unos minutos una gran cadena de personas pasando cubos de agua, mientras algunas personas demasiados atrevidas con petallas, picos, zachos, se jugaban el tipo de un lado a otro de la casa. La asistencia de todo el pueblo, el valor y la colaboración fue digna de encomio.
Recuerdo que al día siguiente- ni nos preocupábamos si este era mi cubo o el tuyo, en un rincón había un montón de ellos esperando que alguien los recogiera- y alguien comentaba la costumbre de otros lugares cercanos que cuando sucedía algo parecido sólo se ayudaban entre familiares y el resto de la gente miraba.
En La Alberca, en un fuego, en una gran nevada o en cualquier suceso, siempre se ha ido TODOS A UNA. Ya nos dieron ejemplo las mujeres con el famoso Pendón que arrebataron a los soldados portugueses del Prior de Ocrato que habían venido ayudar a la Beltraneja.

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