martes, 22 de marzo de 2011

BATUECAS: EL PADRE CADETE



EL PADRE CADETE
La Leyenda “Cuenta que por allá por el año 1783 un joven acudía al Monasterio carmelitano del Valle de las Batuecas; quería hablar con el prior del monasterio y era identificado como miembro de las guardias españolas con la graduación de capitán. El joven militar expuso al prior su deseo de ingresar en aquel monasterio y le contó que habiendo estado enamorado de una joven niña, esta murió de una cruel enfermedad y ante tal desesperación intentó suicidarse. Fue un crucifijo quien le hizo cambiar tan desgraciado acto. El joven capitán, conocido después como el Padre Cadete, vivió una vida austera de penitencia no sólo en aquella ermita que estaba entre los riscos sino en la oquedad de un grueso alcornoque”.
Excursiones con Dn. Isidro:
Este relato se lo escuchábamos a Don Isidro cuando íbamos con él de excursión a Batuecas. Disfrutaba hablar del Padre Cadete y también en enseñarnos los diferentes tipos de árboles, plantas, minerales e historia de ese lugar tan privilegiado. Después de saludar a los frailes, mientras nosotros le esperábamos en la Fuente de las Conferencias, nos llevaba a conocer los canchales donde se encuentran las famosas Cabras Pintadas (pinturas prehistóricas), al mismo tiempo que nos enseñaba la mejor forma de verlas nos hablaba del Abate Breuil- un gran experto en la materia que había venido a visitarlas.
Un chapuzón en el Chorro y un tentempié en aquel lugar sentaba de maravilla. Regresábamos por un camino estrecho de cabras, atravesábamos por el río el Monasterio mientras contemplábamos algunas ermitas en lo alto de los canchales.
El Padre José María del Carmelo, Acevedo y Pola: Nace en Vigo en 1763.Militar. Luchó en Gibraltar en 1782. Ingresa, carmelita descalzo en Valladolid, 1785.Se retiró al Santo Desierto de San José de las Batuecas en 1797. Hasta su muerte, 1837.
Ermitas- la del Alcornoque
“Dios es la propia ermita- del verdadero eremita” (Flores del Yermo)
A ambos lados del monte se ven las ermitas con su ciprés y campana. Algunas hechas en las aberturas de las rocas. En ellas vivían los monjes. Tenían como comida futas y verduras. Por medio de una campana se comunicaban unos con otros. Cuando la campana de un cenobio no contestaba al toque de la mayor del convento era señal de enfermedad o que el monje había muerto. La más célebre era la del Alcornoque. El Padre Cadete estuvo en ella 30 años. En la puerta tenía un cráneo humano y dos tibias cruzadas con esta inscripción: Morituro satis (para el que ha de morir basta-. En la Guerra de la Independencia la comunidad decidió irse de Batuecas. Los franceses pensaban saquear el convento pero una espesa niebla les atemorizó. El Padre Cadete se quedó allí sólo 6 años, hasta que volvieron sus hermanos. Cuando iba a La Alberca se quedaba en el Hospicio, en la calle Petalla. La vida del Padre Cadete, es la vida de un auténtico Robison en un lugar por entonces tan incomunicado y con gran cantidad de animales salvajes. En un corcho se encontraron estos versos que el ermitaño había escrito: Quien piensa en la muerte atento / fácilmente menosprecia/ palacios que el mundo aprecia/ con tan vano lucimiento.
En este humilde aposento/ se siente de Dios el toque:/ pues no hay cosa que provoque/ a más útil desengaño / que hacer vida de ermitaño/ dentro de un viejo alcornoque.


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