viernes, 24 de febrero de 2012

LA VIDA EN CALLES Y RINCONES





























LA VIDA EN CALLES Y RINCONES

 Los pueblos no sólo son sus calles y plazas. Son también sus gentes, su modo de vida, el trato continuo de unos con otros. Cada época, el pueblo tiene un distintivo propio y todas le dan sus características señas de identidad.

 Por su aspecto oriental que llegó a decir a Rufino Blanco Belmonte “ he encontrado un auténtico barrio de Damasco”, las calles de La Alberca van íntimamente unidas, a sus callejas, “callejinas”, rincones y personas que las habitan.
 Los rincones son como continuos salientes, algunas veces cerrados; y otras, salidas a diferentes zonas o caminos a cercanas huertas. Si nos detenemos en la Calle principal La Calle del Tablado, hoy eminentemente comercial y nos vamos a otras épocas de más habitantes veremos que sus salientes de calles o rincones eran conocidos mencionando a la persona principal o a la que por algo más se destacaba de los demás habitantes.

Así empezamos en dicha calle por su entrada, en otra época Travesía del Tablado, hoy de Don Luciano Barcala. Ayer, basta que dijeras para ser reconocida “donde vive la Chivina o el Pardal” y era suficiente.
 Pasamos a la izquierda y tenemos el Rincón del Médico (junto a la casa de Tomás), un lugar conocido por su amplio poyete y pared solariega.
Un poquito más adelante tenemos un auténtico rincón, El rincón de la Maina (allí vivían muchas personas conocidas, la Inés, Juanma, la señora Dolores, Martín el Zapatero,..), pero era ese nombre de la Maina el que más le destacaba.
Siguiendo a la derecha tenemos el Rincón del Herrero, lugar donde estaba la fragua, se vendía miel y Vicente herraba las caballerías.
Un poquito más abajo a la derecha el Rincón de la Minica y en frente al mismo, La Senjá o “donde vivía Perrerías”. Era suficiente, así se conocían ambos lugares al momento.
Siguiendo la calle, más abajo la calle del Pedregal, y como no hay rincón, se decía “ a la Puerta del señor”, (Juanela, o Goyo Mañanita ;aunque era más propio decir del “tío” tal o cual ;el “tío” no era un parentesco sino una denominación). Hoy, decir allí, en ese bonito tramo, Mari Luz, es decir dulzura.
Finalmente viene la salida a la Balsada, pero popularmente el lugar era conocido como “A onde la Rita” y era suficiente.
Lo mismo podríamos decir de otras calles de La Alberca, hermanadas con sus típicos y característicos rincones. En la entrada de los mismos, se detenía el pregonero a publicar su bando; paraba la furgoneta del pescado; el afilador, para que le oyera toda la vecindad. Y sobre todo, donde todas las tardes del año recita su salmodia, la Mujer de las Ánimas.
¡Calles y callejas de La Alberca con sus típicos y característicos rincones!. Donde pese al cambio de los nuevos tiempos las gentes se siguen sentando en sus poyetes con regusto africano; venden en las tiendas embutidos, jamones; un cesto o banasta de fruta, un recuerdo de la China con sabor local, postales, artesanía, camisetas,… Y donde aún se recuerda y brota la esencia de su singular y característico pasado, especialmente su peculiar modo de hacer vida.

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