viernes, 23 de noviembre de 2012

LA CORCHA DE BATUECAS





























LA CORCHA DE BATUECAS
 -Donde se cuenta como una pequeña culebra... ¿Acaba con el mito de los Saposaurios y Troncoceratos?-
 -El descubrimiento de unos fabulosos colchones ergonómicos y antropométricos-

 Veníamos de hacer una gira por las Hurdes Altas, Manolo, Fidel (q.e.p.d.) y yo. Habíamos hecho una tarde de domingo en las Mestas y a eso ya del atardecer dijimos: ¡Vamos a acampar a Batuecas!
Por el camino se nos hizo de noche, por eso montar la tienda de campaña ya no era posible. Subiendo por la carretera y cerca del convento vimos una caseta donde los obreros guardaban las herramientas, pues estaban de corta de la corcha del alcornoque.
Tenía la puerta abierta y la idea no fue mala, hacer una gran fogata y descansar dentro de ella un rato. Pero la segunda idea fue mejor, hacernos la cama con láminas de corcha. Su redondez y estando sequita se adaptaba perfectamente al cuerpo.
 Este tipo de colchón a los veinte años, después de haber estado durmiendo varios días dentro de la tienda y de cara a las estrellas, resultó fenomenal.
Al día siguiente, nos despertaron unos ruidos, salimos fuera y nos encontramos a unos paisanos que habían venido a Batuecas a trabajar en la corta de la corcha. La sorpresa fue mayúscula cuando nos dijeron: “hemos dejado de dormir ahí dentro porque se nos metió una culebra y no la encontrábamos”
No hace falta que salimos al instante, después de hacer una detallada revisión de las mochilas, las camisas, los pantalones,... “¡Seguro que con la lumbre que hicimos anoche se espantó!”
Puede... pero después de ver como cortaban la corcha y la amontonaban para llevársela en el camión nos pusimos de nuevo a andar.
Mira eso es un Saposaurio...¡Ten cuidado! no te acerques que son venenosos...¿Y eso?...Es un Troncocerato. ¡Anda, anda tú también...! Aquí es que se ven cosas por todas partes... ¿Y eso qué es...?
Ya sólo faltaba coger, para llegar a La Alberca, el conocido y temido camino que sale justo en la misma puerta del convento y que te deja en El Portillo. Si quieres conocer su nombre te diré que en La Alberca lo llamaban “el revienta hombres” y si no es por eso de los veinte, a los treinta pasos te vuelves para abajo.
 Luego una vez iniciado, las vistas son tan excelentes que lo disfrutas, “aunque te reviente y eches de menos el colchón de corcha”

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