GOLONDRINAS
El pueblo tan pueblo pueblo, como es La
Alberca. Pierde poco a poco el censo de animales que vivían tan cerca del
hombre, en sus cuadras y cortinales.
Ya no se ven gallinas por las calles, ni
burros, ni cabras, ni ovejas, ni vacas,… Ni los mozos salen con sus caballerías
corriendo por sus calles como cuando iban a soltarlas al campo al grito de:
¡Daile,en juro!¡Mucho, cartucho!, ¡Leña! ¡Fuego…!
Hoy esos animales, en menor número, están
en sus huertas y campos.
Hay unas aves que se niegan a salir de
sus calles y plazuelas. Son las golondrinas.
Pasas por la Calle del Tablado y en la
misma casa del Señor Román, alcalde albercano que se distinguió por llevar
siempre su típica vestimenta albercana, puedes ver estos animalitos de pecho
blanco, alitas negras, barbilla y garganta rojiza.
Seguirás viendo golondrinas por el
Solano, por la Puente, por las Escuelas,..
Hacen sus nidos, mezclas de barro y
pajas y en forma de tacitas, debajo de los aleros de los tejados. Se alimentan
de insectos por lo cual son animales muy beneficiosos.
Las verás volar, especialmente al
atardecer, de un lugar a otro de la calle, en vuelos rasantes que parecen jugar
a pillar.
En el pueblo hay una leyenda piadosa que
cuenta que las golondrinas aliviaron el sufrimiento de Cristo al quitarle las
espinas cuando estaba en la Cruz. Las aves se mancharon con la sangre del
Crucificado lo que explicaría el color rojo de su pecho.
De ahí que no sean cazadas y sus nidos
respetados.
Puede que un niño se atreviera en otros
tiempos, a fijar su puntería ante un gato callejero, o un perro mordedor, pero
ante una golondrina existía el máximo respeto.
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