domingo, 8 de febrero de 2015

COLECCIONISTAS DE BANALIDADES

COLECCIONISTAS DE BANALIDADES
Hoy vemos en las grandes ciudades y en los pequeños pueblos modernizados, como los barrenderos en unas bolsas grandes –y para colmo negras- se llevan de calles y jardines las primeras y continuas  hojas caídas de los árboles.
-¿Qué hacéis con esas bolsas?- les preguntamos
-Todo esto… va para la basura.
¡Ay!,¡ Si a las hojas no se las llevase el viento! Con la gran cantidad de defecaciones de perros y gatos que hay por los suelos…
Pero las hojas no están exclusivamente para eso. Porque cuando ellas se juntan y forman un montón. Los primeros que se asustan de los remolinos de viento y su continuo vaivén son ellos. A los gatos y a los perros no les gustan las hojas; no tienen humor no siendo sus crías,  a quienes  les divierte jugar  con ellas.
A los niños sí, les encanta tirarlas por el aire, desparramarlas por el suelo,…Y también, ver como se enfadan las niñas cuando les caen sobre la cabeza.
Pero a quienes más le gustan las hojas es a los coleccionistas de banalidades.

La diferencia entre un turista –generalmente ave de paso- y una persona que acude continuamente a un determinado lugar se nota en el detenimiento que tiene de las pequeñas cosas que puede tener a su alcance. Y he aquí como las hojas, las palomas voladoras y mensajeras del árbol –castaño, nogal, manzano roble,…- transmiten ese algo propio de cada zona que siempre se lleva dentro.
FOTOS
X-¡Anda tú! Pero si eso es un trozo de helecho... “Pa” la “Mataricho” hay mucho ¡eh!
X- Las hojas de castaño son excelentes para coronar una cabeza de campeón, con unos
      palitos las vas uniendo unas con otras.
X- Mira eso…¡si es un trocito  de brezo! A las abejas les encantan sus flores.
X- Esta señora, que era una guapa albercana como puedes ver, hacía “escobas de
      "Cosquillinas” para sacar unas perrillas.











































































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